CREER ES CREAR!

De repente, si creo en Dios, existe. Y si alguien a mi lado no cree en Dios, no existe, en su mundo, tan legítimo como el mío. Yo creo que, en cuanto a creer en Dios, tal vez se haya focalizado mayormente en la segunda parte de la cuestión, Dios. Creando así cientos de guerras y disputas en busca de certezas, en lugar de creer conveniente poner el foco en la primer parte del asunto, creer.
Posiblemente se hubiera creado gran incertidumbre, dado que no mucha gente cree que el verbo creer encierre mayores misterios. Yo en cambio creo que el verbo creer guarda una relación de equivalencia con el verbo crear, sobre todo cuando se conjugan en primera persona, yo creo.
Yo creo, que tanto creer como crear se asemejan, en lo fáctico, al verbo hacer e incluso al verbo nacer, pero no quiero crear mas confusión creyendo más cosas sobre estas dos palabras, que también difieren en una letra.
En fin, yo creo, que cuando creo algo, lo creo.

Juan Germán Fernández.

martes, 7 de junio de 2011

Esto es efímero; ahora efímero!

Empezó la semana y todavía no lo podes creer. Te sentís desganado, obvio, y con una fusión de distintas sensaciones al contemplar que empezás a vivir en el sistema rutinario que rara vez te da un respiro y un par de horas para poder hacer algo; te enoja darte cuenta que en el fin de semana (que se te pasó volando) solamente pudiste concretar unos pocos de los muchos proyectos que tenías para esos dos días, y eso que solo pudiste ver la luz del día por la ventana.
Añoras aquellas madrugadas de fin de semana, donde declinabas esas salidas que tan poco te gustan y te ibas para algún recital, para después quedarte en casa, con un café a tu lado. Pensás que la madrugada es el mejor momento del día, donde más te concentras, más tranquilo estás; pero durante la semana es donde más cansado estás. De tanto darle vueltas al tema llegas a la conclusión de que este frío hermoso y tan querido es la fuente de todo. Impiadoso, cada vez nos da mas hambre, cada vez nos da mas sueño.
Seguís tratando de encontrarle la explicación al fenómeno: no hiciste muchas más cosas que las de siempre, fuiste a ver una banda el viernes y cuando volviste, en vez de hacerte un café te tiraste en el sillón y te moriste. El sábado cumplía años tu hermana, está bien, pero aún así, a las cuatro estabas entrando en la cama.
El domingo no estás en casa nunca, así que no hubo nada raro en haberte ido.
Te cuesta entender la efimeridad con la que pasa el tiempo, tanto el fin de semana, como ayer lunes y hoy martes, como siempre en general; llegas a un momento de agotamiento puro y sos consciente de que todavía faltan hacer cosas tanto para la semana como para los emprendimientos que te fijaste el fin de semana pasado y quedaron pendientes. Entonces llega ese momento en el que te preguntas que carajo haces escribiendo el blog, pregunta a la cual no hay respuesta, salvo justificar la absurda adicción de completar renglones invisibles. 


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