Va a ser extraño dejar de gritar, reír, emocionarme y llorar por vos; dejar de hablar de vos tras tantos años de charlas y debates inconclusos, debates en los que todos somos abogados y jueces, defendemos y condenamos sensacionalistamente para luego retirar lo dicho pocos días después.
Va a ser extremadamente triste no poder contemplar tu suerte jamás; que te vayas de un día para el otro dejando de hacer maravillas, que ya tenga que dejar de pensar a quien vas a superar la semana que viene.
Me siento muy dolido en este momento, que llegó el final de la película. Esa película que pasa por todos los picos de los sentimientos humanos y con un final seguramente emocionante y repleto de afecto mutuo. Esa película de la cual ya habías anunciado un cierre, que en su momento supimos aceptar, pero hoy, a horas nada más ya no lo puedo creer ni entender.
No me quiero imaginar lo horrible que va a ser no ver jamás a Martín Palermo con la número 9 de Boca en su espalda; no gritar más sus goles, ni ver su desfachatez a la hora de jugar; que aún siendo un jugador de pocos recursos a fuerza de algunos goles, optimismo y confianza en si mismo se ganó el corazón de cada persona que tuvo el gusto de verlo.
La única alegría que quizá tenga y tengamos en Boca es la de poder, en un futuro, poder contarle la leyenda de un muchacho platensea a todo aquel que no lo conozca . Poder decir que vi sus más de 300 goles. Contar que una vez desde la tribuna lo vi romperse la rodilla, pero más de cien veces lo vi romper redes.
Pero hoy me duele tener que afirmar, que a partir del 12/6 ir a la Bombonera no será lo mismo. Que a partir del 19/6 ver a Boca ya no será lo mismo; que se termina una leyenda, que con 37 años, un ídolo, el máximo goleador contemporáneo a nivel mundial abandona la actividad, un miembro de la década dorada del club cuelga los botines.
Un hombre que nos hizo llorar y siempre de alegría, muy pocas veces de pena.
Un incansable de la vida, un optimista del gol... Simplemente Martín.


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