Unas horas después, el reloj ya daba las 7AM y como no tenía nada que hacer decidió salir a caminar un rato. Hacía frío, pero no le importó estar desabrigado. Ya había amanecido y el movimiento en la ciudad se podía comenzar a notar.
Caminó algunas horas lejos del centro hasta que por fin llegó a la avenida 44, en su intersección con la calle 16. Viró en la avenida y caminó una cuadra hasta 15. Ya se empezó a notar la cantidad de gente, el agobio de los autos y la contaminación sonora típica de la urbanización. Miró al frente y divisó la circular Plaza Passo, rodeada de los edificios Building de primer nivel. Era el mismo paisaje de su sueño, sumándole el movimiento. Caminó lentamente hacia a la plaza, los autos colapsaban la calle, se escuchaban bocinas; la gente pasaba caminando a toda velocidad y él era el antagonismo: él caminaba despacio, tranquilo, casi sin apuros. Si cualquiera le hubiera prestado atención hubiera pensado que estaba desorientado o perdido; pero no, él estaba bien, hasta paró a comprar el diario.
Debo admitir que sintió cansancio, quizá por eso se sentó en unos de los bancos frente a una de las dos fuentes de la plaza. Se prendió un cigarrillo y comenzó a leer el deportivo, como siempre desde que se cambió al director del diario River ocupaba las primeras hojas, esas fueron salteadas. Mientras tanto en Boca se anunciaba que jugaban Erviti y Cvitanich. A él le importo poco y nada, quizá por eso cerro el diario y lo dejó a un costado, mientras que se limitó a fumar mirando a la nada...
La gente pasaba caminando por la plaza frente a él, pero no había nada extraño, nada que le llamara la atención en eso. Solo era gente que cumplía horarios, que se preocupaba por si sola y en cuanto a él, solo le modificaban el paisaje. Más que gente parecían robots.
Tiró el filtro al piso al tiempo que se levantaba y lo pisaba. Entonces se dio vuelta y lo vio, ese árbol... Un pino, y para ser más específico, el único pino en toda la plaza. Se acercó a el recordando, se acercó tanto que casi podía tocar el tronco con la nariz. Llevó su mano derecha al bolsillo, la sacó y acarició la corteza, de lejos parecería que lo estuviera abrazando. Pero no era nada de eso, estaba abriendo su navaja. Con ella propinó un par de golpes a la corteza hasta que se desprenda alguna parte, dejando un espacio liso, para nada irregular. En el talló números, símbolos y letras dejándolo ver de la siguiente manera:
22/12/10
A
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↓
Se puso de rodillas frente a eso mientras cerraba el punzante objeto y lo introducía nuevamente en su bolsillo. Por más que un rosario colgaba de su cuello no era una persona religiosa y no pensaba rezar en ese momento. Utilizó sus manos para remover un poco la tierra y luego sus puños para lograr un poco de profundidad.
De uno de los bolsillos internos de su saco sacó una pequeña cajita metálica con el logo de la marca suiza de relojes Fortis. Se desprendió la piedra cuarzo de su cuello y la metió en la caja, su valor era insignificante, pero era algo que jamás se animó a regalarle y por eso se la colgó en su cuello. Luego colocó una flor. Y por último, retiró de su bolsillo un papel que se encontraba plegado. Lo guardó en la cajita y procedió a cerrarla.
Puso la caja dentro del agujero que había hecho y tierra sobre ella. Se paró.
Se habrá quedado unos cinco minutos mirando su insignificante y gran obra hasta que se decidió por irse. Caminó lento, pero con una sonrisa en la boca, satisfecho.
El tránsito seguía igual de caótico, por eso le costó un poco cruzar la calle y esperar el micro. Las ganas de caminar estaban la basura.
Mencioné un papel dentro de la caja, se trataba de una carta que decía lo siguiente:
"Hay algo que quedará siempre en ambos. Algo que nos unió, que nos une hoy mismo y que nos unirá mutuamente, sería deprimente decir que es amor, pero voy a remitirme a un término más informal e infantil y diría que es algo mágico lo que vivirá por siempre. Hubo algo que el destino nos regaló y se llama tiempo, y quién va a decir que no supimos aprovecharlo. Podemos decir que fue mucho, que fue poco o que fue el ideal, el justo y el necesario; pero supimos aprovecharlo y compartirlo juntos, eso es lo importante. Habrá quedado alguna foto por sacarnos, algún abrazo por darnos, habré desperdiciado alguna chance de besarte, pero jamás una verte. Nos habrán quedado calles para recorrer, plazas que conocer, nuestro proyecto de caminar hacia el bosque y pasar alguna tarde allí quedó en la nada. Habrán quedado cosas que hablar, música que escuchar, películas que ver y series que mirar. Habrá quedado algún recital para disfrutar, alguna caricia para dar... Pero cariño siempre existió, siempre sobró.
Tratamos de estar siempre a la par, jamás ninguno adelante, siempre al lado (como corresponde); siempre aferrando nuestras manos, entrelazando nuestros dedos para jamás caernos.
Espero que algún día pases por esta céntrica plaza, y al ver este árbol te acuerdes de mi. Te acuerdes de que comenzó todo y decidas acercarte, acercarte a las raíces, a nuestras raíces y encuentres esto.
Quizá algún día te acerques, y la fecha no te diga nada; pero puede que sí. Quizá pases y no recuerdes que bajo la sombra de este árbol ese día almorzamos, y compartimos toda la tarde, y que esa tarde fue la base de todo lo que pasó después. Pero yo espero que sí.
Es idiota mi idea y algo ingeniosa a la vez.
Quiero despedirme hoy con un simple hasta luego, y dejar un beso, un te quiero y un hasta siempre en este papel.
Nico."
guau chabon
ResponderEliminarperdon, fue el primer impacto. Te felicito por haber escrito esto, zarpadamente felicitado
ResponderEliminarGenial, la verdad hace tiempo que no leía algo tan bueno. Felicitaciones!
ResponderEliminarGenial.
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