CREER ES CREAR!

De repente, si creo en Dios, existe. Y si alguien a mi lado no cree en Dios, no existe, en su mundo, tan legítimo como el mío. Yo creo que, en cuanto a creer en Dios, tal vez se haya focalizado mayormente en la segunda parte de la cuestión, Dios. Creando así cientos de guerras y disputas en busca de certezas, en lugar de creer conveniente poner el foco en la primer parte del asunto, creer.
Posiblemente se hubiera creado gran incertidumbre, dado que no mucha gente cree que el verbo creer encierre mayores misterios. Yo en cambio creo que el verbo creer guarda una relación de equivalencia con el verbo crear, sobre todo cuando se conjugan en primera persona, yo creo.
Yo creo, que tanto creer como crear se asemejan, en lo fáctico, al verbo hacer e incluso al verbo nacer, pero no quiero crear mas confusión creyendo más cosas sobre estas dos palabras, que también difieren en una letra.
En fin, yo creo, que cuando creo algo, lo creo.

Juan Germán Fernández.

jueves, 19 de mayo de 2011

Otro día carente de sentido.

La mañana se presentaba fugazmente soleada. Al menos eso percibía desde el noveno piso de aquel humilde edificio de la calle Viamonte. El deteriorado ascensor pudo dejarme (a duras penas) en la plata baja para así comenzar un nuevo día. Comenzar a vivir.
La vereda, la calle, el barrio se mostraba angustioso, carente de humanidad. Los zapatos incomodaban los pies y los jeans las piernas. El paso acelerado acrecentaban cada vez más la incomodidad, pero no me detenía, buscaba compañía.
El quiosco frente al trabajo me mostraron los primeros signos de que la humanidad todavía no se había extinguido; mientras tanto afuera, el sol trepaba lentamente por el cielo. Salí acompañado por Lucky y un refresco. Justo en la puerta la vi, ahí estaba Vero, sola en su auto. Con pasos tímidos fui acercándome hasta que un desvío en su mirada le permitió verme; bajó y nos saludamos, creo que fueron pocas palabras, solo un tenes que estar adentro, un tenes razón y un cruce de calle para entrar al trabajo dejando atrás a Verónica. Masticando un poco de rabia cruzaba la puerta, me alejaba de un mundo para ingresar en otro.
Aburre pasar cinco horas tras un escritorio, escuchando indicaciones y atendiendo un teléfono, pero mientras pueda comer lo voy a aceptar. Gran parte de ese tiempo lo pasé con mi cabeza puesta en Vero, en su cara, en su voz y en la breve conversación que por una casualidad de la vida habíamos podido mantener.
La jornada laboral había terminado y yo volví a caminar las veredas bañadas de sol hasta que el colectivo 462 me brindó un refugio hasta Hurlingham.
El trayecto por las anchas avenidas que atraviesan la Capital Federal me encontraban con la cabeza puesta en el barrio de Caballito, seguía pensando en Vero, en lo complicado. Es muy rara esa tendencia en un ser humano, pero parece que es así... Todo es raro y confuso, todo es incoherente. A veces bajonea, a veces duele, a veces da enojo, otras veces ganas de matarte.
Unos minutos más tarde caminaba en paralelo a las vías. Unas cuadras más allá empezaba a distinguir la figura de José Luis, apoyado contra la pared. Dando vueltas por Hurlingham la noche empezaba a caer y yo debía volver al hogar, al noveno piso de ese edificio en calle Viamonte. El micro me alcanzó al microcentro y el Subte Linea D me llevaría a destino. 
Se empezaba a escuchar el estruendo, la llegada y el arribo. Allí me encontraba yo, entre el suelo y la superficie...


cualquier semejanza con hechos reales sucedidos en cualquier punto geográfico del país son pura coincidencia. Los personajes son netamente ficticios, productos de mi imaginación, no así con los lugares mencionados, que si bien existen los acomodé a mi parecer. 19/5/11 Ducar Nicolás, pseudo aficionado a Blogger.

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