CREER ES CREAR!

De repente, si creo en Dios, existe. Y si alguien a mi lado no cree en Dios, no existe, en su mundo, tan legítimo como el mío. Yo creo que, en cuanto a creer en Dios, tal vez se haya focalizado mayormente en la segunda parte de la cuestión, Dios. Creando así cientos de guerras y disputas en busca de certezas, en lugar de creer conveniente poner el foco en la primer parte del asunto, creer.
Posiblemente se hubiera creado gran incertidumbre, dado que no mucha gente cree que el verbo creer encierre mayores misterios. Yo en cambio creo que el verbo creer guarda una relación de equivalencia con el verbo crear, sobre todo cuando se conjugan en primera persona, yo creo.
Yo creo, que tanto creer como crear se asemejan, en lo fáctico, al verbo hacer e incluso al verbo nacer, pero no quiero crear mas confusión creyendo más cosas sobre estas dos palabras, que también difieren en una letra.
En fin, yo creo, que cuando creo algo, lo creo.

Juan Germán Fernández.

miércoles, 27 de abril de 2011

Invitación... al descanso.

Pre-Prólogo

Conozco una persona, bah, no personalmente. Un hombre que siempre que su físico se lo permite se pone la número 10, color azul con la franja amarilla y sale a jugar. Juan Román Riquelme es su nombre.
Hoy no vengo a hablar de fútbol, nada de eso. Pero creo que el hombre anteriormente mencionado es un buen ejemplo para explicar mi forma de expresarme en este espacio virtual de ahora en más.
Es decir, obviamente la entrada cuenta una "historia" que quizá la lea aquella persona con la que la he vivido, pero eso no quiere decir que le esté hablando a una persona en particular, sino que como siempre, todo es compartido con el (creo) reducido grupo de lectores.
Para seguir con las rarezas: hoy toca la felicidad.

Prólogo (propiamente dicho)

Retomando con el pre prólogo. Me siento algo cohibido sabiendo que quizás leas esto, pero a la vez me gustaría que me sigas leyendo, después de todo, como bien decís: es lo más cercano a estar en mi mente. Está bueno que así sea.

Todos los capítulos (en uno solo)

"Yo no se muy bien si por vanidad o por orgullo cruel uno se hace fiel adicto al absurdo" y el cursor pulsó stop. Luego de una ducha, y ya con los jeans puestos uno se deja guiar por los rutinarios pasos pre salida.
Invitación al descanso. Te invito a descansarme. Yo no se si mi cara invita al descanso, si mis gestos invitan al descanso, si mi figura invita al descanso, o qué es lo que invita al descanso. Yo quiero ser descansero y no descansable. Lo concreto es que el descanso con dos piernas (es decir, yo) se pone la camisa, el saco, las zapatillas, un poco (mínimo) de perfume y se va del 814 de la calle 22.
Muy tranquilamente camina, como si no hubiera reloj ni celular que lo presione. Mejor dicho, como si no hubiera tiempo que lo presione. El reloj aprisionaba su muñeca izquierda, y de su celular salía un cable que se dividía en dos partes y se dirigían una a cada oído: "prendido a la magia de los caminos, el arriero va". Aburre esperar el micro, siempre; más viviendo en un barrio en el que poder tomarlo rápidamente es una cuestión de suerte y no de horario.
Pasó, no el esperado, pero pasó, y al verlo no dudó en subir.
Apoyando la cabeza contra el vidrio de un casi vació micro y entrando en la zona de la gran ciudad se puede apreciar la diferencia de Semana Santa a estos rutinarios días para mucha gente. Hace unos días la ciudad estaba desierta, y hoy el caótico tránsito vuelve a colapsar las avenidas.
Con algunas demoras, pero con un margen de tiempo favorable, el individuo vuelve a ser dirigido por sus pies tras bajar del colectivo en la Plaza Passo, a 0,6 KM de su destino. Camina sin prisa, ya sin música, solo escuchando el transito... los ruidos ambientes, a fin de encerrar todo en una expresión.
14, 15, 16, 17... Las calles pasaban. Entre la 17 y la 18 mira una imponente edificación roja que llama poderosamente la atención y sigue de largo. Se vuelve. Adquiere una Coca-Cola en un quiosco cercano y repite los pasos anteriores (vuelve a mirar la infraestructura roja del ICI, y sigue caminando). Llegando a la esquina ve la parada de micros, y ahí se sienta. Todavía faltaban cuatro minutos. Se queda sentado, cualquiera que pasara pensaría que estaba perdido, esperando nada; no miraba la calle, tampoco prestaba atención a nada en particular, simplemente miraba perdido en la dirección de la que había venido. Y así sin esperarlo empezó a salir gente a unos metros. Ahí, pese a su borrosa visión pudo verla; dudó, pero finalmente se paró y caminó hacia donde habían acordado encontrarse para luego finalmente darse vuelta, volver sobre sus pasos y, mientras se dibujaba una natural sonrisa en la cara de ambos, saludarse y concentrarse en el camino.
Tras un rato parados inertes pudieron cruzar la calle y llegar a Azcuenaga.
Allí fue donde dialogaron. fue una conversación que alegró mucho al individuo al cual seguimos desde que salió de su casa. En su totalidad se puede decir que fue algo lindo, pudo volver a experimentar la naturalidad de los diálogos cara a cara (en varios lugares de la ciudad) con la persona que volvía a tener de frente tras mucho tiempo. Pudo decir algunas cosas que lo tenían a maltraer desde hace tiempo, y se guardó otras quizá para no crear del momento un melodrama. Aunque ahora que bien lo piensa, en la tranquilidad de unas cuatro paredes, sin ningún ruido más que el del cooler, cree que fue incorrecta la decisión de guardarse el: "todavía te quiero, mucho, tanto como en los mejores días de enero. Eso era lo que me ponía mal tantas veces, el quererte, el necesitarte y la ausencia". Pero cree que indirectamente hizo llegar ese sentimiento y eso lo deja tranquilo.
Tras unas horas de dialogo decidieron volverse. A paso lento, quizá por momentos rápido, pero disfrutando siempre el volver a caminar las calles de la ciudad juntos se dirigieron a próximo destino.
Ya en la puerta de la casa, el individuo decide declinar la invitación a pasar ya que dicho mal y pronto, se le caía la cara de vergüenza. Si, después de todo lo pasado, volvía a ser un empezar de cero. Pero tanto le costó desprenderse que se quedó hablando un rato apoyado contra las negras rejas.
"Deberías invitarme vos un día de estos. Cuando quieras llamame y decime". No lo recuerda textual, pero algo así fue lo que salió de la boca de ella. Y él, debatiendo entre saludar e irse o quedarse y hablar se dejó arrastrar por los impulsos y se quedó. Le dijo que mañana jueves se le iba a complicar, pero que el viernes, pese a sumar un año más a su vida no iba a tener ningún tipo de inconveniente; y ya que a ninguno de los dos le gustaba elegir lugar, él recordó una conversación de hace algunos meses en la cual ella decía que le gustaría que algún día fueran al bosque de la ciudad. Pensando en que le agradaría, el soltó la idea y la fuente de la cual la extrajo (su memoria), y afirmó que allí irían el viernes, que la pasaría a buscar por su colegio como ese mismo día e irían allá, lejos.
Tras haber vuelto a recorrer tantas calles solo por ganas de volver a verla, y que en ese encuentro ella ha vuelto a entrar de manera más que positiva en su vida no hay más que pedir.
Quizá, aunque no haga falta, mañana agarre ese Nokia casi inactivo, busque en su agenda a Nothing Else Matters y la llame, aunque no haya nada que arreglar, aunque sea solo un hola y un chau. O un cómo rendiste hoy. O un te quiero... ver el viernes. Pero si, más allá de eso, también te quiero.


2 comentarios:

  1. Sos unico nico! Feliz cumple :)

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  2. me re alegrooooooo, ojala sigan juntos muchsisisisimo mas,
    te quiero

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