CREER ES CREAR!

De repente, si creo en Dios, existe. Y si alguien a mi lado no cree en Dios, no existe, en su mundo, tan legítimo como el mío. Yo creo que, en cuanto a creer en Dios, tal vez se haya focalizado mayormente en la segunda parte de la cuestión, Dios. Creando así cientos de guerras y disputas en busca de certezas, en lugar de creer conveniente poner el foco en la primer parte del asunto, creer.
Posiblemente se hubiera creado gran incertidumbre, dado que no mucha gente cree que el verbo creer encierre mayores misterios. Yo en cambio creo que el verbo creer guarda una relación de equivalencia con el verbo crear, sobre todo cuando se conjugan en primera persona, yo creo.
Yo creo, que tanto creer como crear se asemejan, en lo fáctico, al verbo hacer e incluso al verbo nacer, pero no quiero crear mas confusión creyendo más cosas sobre estas dos palabras, que también difieren en una letra.
En fin, yo creo, que cuando creo algo, lo creo.

Juan Germán Fernández.

jueves, 19 de enero de 2012

Fuegos de Octubre

Soy apenas un adolescente con dieciséis primaveras recorridas. Vivo en una gran ciudad de la República Argentina y en un mundo regalado a las grandes corporaciones y empresas capitalistas, a las que poco y nada les importa si podés o querés progresar por tus propios medios (o pensar de manera libre). 
En este país la mediocridad consumió al pueblo, convirtiéndolo en eso, en un pueblo mediocre; un pueblo que solamente se limita a aportar a las grandes corporaciones que manejan el mundo porque lograron meterles en la cabeza (por los medios de comunicación) que es lo mejor. 
Sin dudas me incluyo en el reducido grupo que aún piensa en salir de este pozo de cotidianeidad, admitiendo que hasta mi pubertad era parte del sistema: desalmado, manipulable, idiota, sin expectativas de crecimiento interior como persona. Solo me limitaba a hacer lo que el mundo me incitaba a hacer, no para ser alguien: para ser algo... 

Era apenas un niño, con seis años recorridos. Vivía una infancia normal y corriente: consumía dibujos animados, miraba películas de Disney/Pixar, amaba los recreos de la primaria... Un niño común en cualquier aspecto. Quizá podían destacarse dos cosas, dos rarezas: que género de películas favorito era acción (y tenía varios VHS), y su género musical favorito era Rock (Recordaba tener todos los discos de Los Caballeros de la Quema hasta el momento, al igual que Guasones, Los Ratones Paranoicos, algunos de Bersuit y otros de Los Piojos. Le gustaba Charly García, y tenía buena parte de la discografía de Rodolfo Páez, más conocido como Fito). 
Todo fue una pequeña aproximación a lo que más adelante abriría su cabeza. 

Ya había tenido ciertas aproximaciones a ese tal Patricio Rey, mediante radios. Algunos temas como Un ángel para tu soledad (o El ángel de la soledad, como lo llamaba en su momento), Caña Seca y un Membrillo (o Vamos Negrita), y el rock más ortodoxo que jamás haya oído: Mi Perro Dinamita. 

Llamenlo como quieran: suerte, destino, casualidad. Pero de una u otra forma Patricio entró en su cabeza, derribando cualquier pared construida, volando en pedazos cualquier barrera que impidiera a las neuronas funcionar con normalidad. 
Gulp!, Oktubre, Un baión..., Bang! Bang!..., La mosca..., Lobo suelto. Así hasta completar una colección discográfica que hoy es sin lugar a dudas el tesoro más preciado. 
Obviamente la joya que iluminó el camino a la apertura mental fue Oktubre, obra poseedora de su himno para toda la vida: JIJIJI. 

En ese período de tres años, desde los doce hasta los quince, dejó de ser ese idiota que dependía del rancking Much Music para saber qué música debía escuchar. Había encontrado esa mística que le llenaba el alma. Esos riff melancólicos de un señor con guitarra que se hacía llamar Skay. Esa poesía bohemia de un señor pelado que es un ejemplo de vida para todos, este místico Indio que siguió sus principios al pie de la letra, sin traicionarlos por la miel de los poderosos.
Hace cuatro años que mi vida es Redonda y de Ricota, hace cuatro años que Patricio es mi Rey; y comparto mi nuevo despertar de forma resumida para intentar llenar a otras personas que siguen diciendo: "La música es para bailar, no hay que dale tanta importancia"... De ser así nadie debería llorar a un tal Kurt Cobain, un tal John Lennon, un tal Jim Morrison. ¿Por qué extrañaríamos tanto a un tal Luca Prodan?. Y por sobre todas las cosas: ¿Por qué esperaríamos con tanta fé que nuestro Dios, nuestro Patricio Rey, vuelva a descender de los cielos?